El oso es uno de los tótems más importantes y poderosos en diversas culturas de todo el planeta.
Lo emplean los nativos americanos como abrigo, joyas y máscaras chamánicas; mientras que en la cultura europea era muy importante en Grecia y Roma, consagrado a Artemisa, la diosa griega de la caza, o a la Diana Cazadora de los romanos.
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Simbología del oso
En los mitos escandinavos de Europa del Norte, el oso era un aspecto del dios Odín, y los guerreros vikingos Berserkers eran conocidos por ir apenas vestidos con pieles de oso. Los bersekers llevaban además imponentes máscaras de oso para demostrar máxima ferocidad en la batalla.
El oso también representa a menudo al dios Thor, una de las máximas deidades guerreras de la mitología escandinava vikinga.
En la Europa celta, el oso representa el valor de los guerreros y está conectado con la diosa celta Artio. Se le considera un animal conectado con la luna, la caza y el bosque. Artio significa oso en galo y es un animal consagrado a la realeza entre los celtas. Otras lenguas celtas tienen raíces similares: art en irlandés antiguo, arz en bretón y arth en galés. Puede que el nombre del rey Arturo tenga la misma raíz.
Poderes del amuleto
Representa tranquilidad, introspección, paciencia, poder, valentía, paz, resurrección, benevolencia, soberanía y maternidad.
Al oso se le atribuye una energía amistosa y positiva, que solo usa su fuerza cuando es absolutamente necesario. Esto le asocia al liderazgo, la sabiduría y la valentía en la defensa. En el plano psicológico, el amuleto del oso celta reafirma la autoestima, mejora el sentido de autocontrol y aporta el coraje y la fuerza necesarios para hacer lo correcto.
También como amuleto el oso celta fortalece los valores familiares, otorga salud y restaura la fuerza, la vitalidad y la potencia sexual.