Desde la edad media existen referencias de un temible monstruo marino. De él se contaba que era la bestia más grande que existía. Era descrito como un calamar o un pulpo gigante capaz de devorar hombres, ballenas y hasta barcos de un solo bocado.
Fue nombrado como Kraken, palabra noruega referida a algo retorcido o enfermizo. En 1752 el obispo de Bergen habló de este monstruo mítico en su Historia natural de Noruega. En dicho libro comentaba que era una bestia que medía una milla y media. Añadía que vive en el fondo marino y solo sube a la superficie cuando es calentado por el fuego del infierno.
Mitos sobre el Kraken
Los marineros antiguos temían a los peligros ocultos del mar. Cualquier encuentro con un animal desconocido podía convertirse en un mito difícil de desmentir. Según ellos, el Kraken era un enorme calamar al que llamaban Diablo rojo. Acorralaba a los barcos con sus tentáculos largos y fuertes. Si aun así no lograba hundirlos, comenzaba a nadar en círculo. Así formaba un enorme remolino que arrastraba al barco hacia las profundidades.
Del Kraken también se decía que gustaba especialmente de la carne humana. Podía devorar de un solo bocado a un barco con todos sus tripulantes. Claro que, si se lograba evadirlo y salir con vida, los pescadores más valientes obtenían beneficios. Pues este monstruo al salir del agua arrastraba consigo a enormes cantidades de peces.
De hecho, hay una expresión noruega cuando un pescador regresa a la costa con una pesca abundante, del que se dice que «debe haber pescado sobre un Kraken».
El Kraken y su leyenda científica
Fueron tantos los testimonios de avistamientos del Kraken por parte de reputados oficiales de la marina, que los científicos comenzaron a tomar cartas en el asunto. El célebre naturalista sueco Carl von Linneo, padre de la taxonomía moderna, incluyó en el año 1735 al Kraken en su Systema Naturae.
Mientras los bestiarios hablaban de criaturas colosales, su leyenda permanecía en los primeros estudios científicos del mundo natural en el siglo XVIII en Europa. Sin embargo, pronto superaría al mito y a la leyenda científica.
¡El Kraken existe!
Ya en el año 1802 el francés Pierre Dénys de Montfort hace mención de dos tipos de pulpos gigantes en Histoire Naturelle Générale et Particulière des Mollusques. Se trata de una descripción enciclopédica de fuentes muy diversas y valiosas.
No es hasta 1861 cuando se prueba definitivamente la existencia del Kraken, cuando el vapor Alecton se encontró con uno de ellos en aguas de Tenerife. Su capitán intentó subir a bordo al enorme calamar, y aunque no pudo, se quedó con un pedazo que hizo llegar a París con el relato de lo sucedido. Se le catalogó como Architeuthis o calamar gigante.
Este cefalópodo llega a medir hasta 14 metros. Aunque en el año 2016 según el Daily Mail, en el portal UFO Sightings, sorpresa. Se afirma haber encontrado cerca de la Antártida un ejemplar de 60 metros de largo, incluyendo los tentáculos. Los pescadores y marinos asturianos los han nombrado peludines.
No obstante, a pesar de su enorme tamaño y de ser veloces nadadores, el calamar gigante tiene como predador al cachalote, y nunca podría ganar en una lucha con este. Su única forma de escapar es cubrirse con la típica tinta cefalópoda. Como tiene bolsas en sus músculos que contienen solución de amonio que les permite flotar debajo del agua, probablemente este es el motivo por el que no se atrapó hasta prácticamente su extinción.
Un equipo científico japonés en 2006 logró filmarlo y también un canal norteamericano en 2012. Determinando los machos miden 10 metros y las hembras 14 metros. Tienen el ojo el más grande del reino animal, que puede medir hasta 30 centímetros de diámetro y habitan en profundidades extremas alcanzando los 2.000 metros, en el océano Pacífico y Atlántico.