[xyz-ihs snippet="ADSENSE---Debajo-de-ficha"] |
Estos monstruos artificiales y minúsculos nos llegan a través del legado de la antigua alquimia. Literalmente, homúnculo y más específicamente homunculus significa “hombrecillo», y era creado por esta mezcla de magos y científicos como un resultado colateral de otros experimentos, y también como ayudantes.
El primero en describirlos fue el célebre Paracelsus, en su afán por encontrar la piedra filosofal. No debe confundirse a estas criaturitas con los golems o humanos artificiales animados.
Características de los homúnculos
Estas criaturas de unos 8 centímetros de altura nacen a través de un ritual que involucra algún material genético de su creador, como sangre, piel o uñas, mezclado con arcilla, ceniza, la raíz de la mandrágora y agua de un manantial. Para nutrirse solo necesitan la sangre de su amo, que deben beber 3 veces al día y no toleran ningún otro alimento, por lo que cuando su amo muere ellos perecen de hambre.
Realizan labores de ayudantes de laboratorio, sirviente alcanzando pequeñas cosas, guardianes y espías. Hablan un lenguaje que solo su amo puede entender, y demuestran cierta capacidad telepática con ellos además de una gran empatía.
Un alivio para la soledad y un sirviente fiel
Como la tarea del alquimista es muy solitaria y misteriosa, ellos solo confían en sus propios homúnculos para muchas tareas importantes y que requieran de su habilidad. Aunque estos monstruos artificiales son traviesos y un poco torpes, despliegan una gran habilidad en las labores propias de la alquimia, además de tener el carácter y personalidad de quien les crea.
Los homúnculos, al ser tan pequeños, necesitan dormir muy poco, solo unos minutos, por lo que el mago alquimista le puede asignar tareas durante la noche para poder descansar, ya sea revolver de forma constante o custodiar el laboratorio.
Curiosidades sobre los homúnculos
Con la aparición de los primeros microscopios en 1694, al analizar el semen se pensó que los espermatozoides eran pequeños hombrecitos ya formados que crecían dentro del vientre de la mujer. A estos se les llamó en un inicio homúnculos, pero la idea se descartó cuando aumentó la resolución del instrumento óptico.
Los homúnculos son frecuentes en la literatura y otras artes. Pinocho, por ejemplo, es un buen ejemplo de homúnculo. Han utilizado homúnculos en sus obras Umberto Eco, Goethe, Mary Shelley o Tim Powers, y aparecen en numerosas películas, animes y videojuegos.