Además de estos atributos, también tienen la capacidad de volar gracias a las alas de libélula transparentes y con reflejos que les brotan en la espalda. Son seres etéreos y amistosos, aunque muy esquivas solitarias. Gustan de vivir en las copas de los árboles o las más altas cimas de las montañas donde construyen sus nidos, siendo muy difícil encontrarlas en la tierra.
Las sílfides en la mitología
Dentro de la mitología, las sílfides son una especie de elfas o mujeres muy hermosas, cuya magia radica en su sólo presencia. Con una voz de sonido musical inigualable, podían reproducirse cuando se unían a un humano o a un elfo. Entonces las sílfides invocaban a los elementos del aire para que incubaran el huevo perlado fruto del apareamiento.
Como resultado, nacen pequeñas sílfides muy parecidas a una niña humana, pero con dos alas pequeñas. Solo pueden volar al cumplir los diez años y según los mitos, son parientes de los duendes, dríadas y ninfas, con quienes se comunican con un lenguaje a base de música.
Se mantienen jóvenes para siempre y su vuelo es tan ágil que puede ser comparado con el de muy pocos seres. Pueden levitar y las alas sólo las usan para tomar impulso. Como son criaturas mágicas, para evitar que vuelen hay que lanzar un hechizo muy poderoso sobre ellas.
Otra de sus cualidades es que pueden hacerse invisibles cuando quieran y pueden invocar a los elementos del aire. No es de extrañar que las sílfides hayan sido mencionadas por el alquimista hermético Paracelso entre los seres mitológicos y fantásticos dueños de los elementos.
Para tener aún más semejanzas con los cultores herméticos, según los seguidores del ocultismo las sílfides se caracterizaban por la neutralidad de sus criterios, en cuanto al bien del mal. También podían inclinarse en sus acciones con facilidad de lo correcto a lo que no lo era por su carácter travieso y voluble como el viento.
Significado de la palabra sílfides
La palabra sílfide significa espíritu del aire y su término masculino sería silfo. Es muy usual en el argot popular para referirse a una mujer delgada con hermoso cuerpo, y como forma de referencia a los espíritus menores y hadas del aire.
Las sílfides han sido muy empleadas en el teatro, el ballet y en la literatura fantástica, donde son identificadas con las hadas de las leyendas medievales. Una de las más conocidas es Ariel, que aparece en el La Tempestad de William Shakespeare. Otra mención a ellas aparece en el poema El rizo robado de Alexander Pope, donde la heroína es asistida por un ejército de sílfides.
En su variante más grácil, son las protagonistas del célebre ballet La sílfide, con libreto original de Adolphe Nourrit. Como nota curiosa en esta obra su intérprete original, Marie Taglioni, utilizó por primera vez en la historia del ballet la técnica de puntas, muy adecuada para interpretar la ligereza del vuelo de la sílfide.