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Aunque este tipo de demonios del inframundo ha sido descrito y desarrollado sobre todo en los juegos de rol y apenas hay fuentes antiguas sobre su origen, no puede negarse que los Corceles de Pesadilla o Pesadillas hipoformes tienen un misterioso arraigo en el folklore popular.
Aunque muchos juegos las han descrito de forma extensiva y específica para cada mundo dentro de sus sistemas de personajes no jugadores, queremos regresar a su esencia original y apegarnos a los mitos más antiguos que hemos podido encontrar.
Las pesadillas y la tradición
Esos sueños que derivan de nuestro subconsciente, pero que lejos de reparadores resultan inquietantes, macabros o simplemente aterradores han perseguido siempre a la humanidad. Al no encontrarles una explicación directa, se asumió que eran debido a la influencia de seres malignos que nos atormentan mientras descansamos.
Así, cada cultura tuvo su propio demonio al que achacar las malas noches. Los griegos las llamaron efialtes, siendo Enaltes el demonio que trae los sueños terribles. Para los romanos fue incubus, un demonio que oprime al durmiente y le provoca falta de aire. Esto se refleja en el español, donde la misma palabra “pesadilla” indica la presencia del peso de un demonio sobre el durmiente, lo que se refleja en el término alemán “alptraum”, que sería «peso de elfo».
No obstante, la etimología del término en inglés no es tan clara. Probablemente la relación más clara de las pesadillas con un equino procede de la obra de William Shakespeare, que tradujo el término “nightmare” del inglés antiguo como “Yegua de la Noche” y lo colocó en varias de sus obras. Probablemente Víctor Hugo se basó en esta interpretación y la incluyó también en sus obras.
Pesadilla en su variante hipoforme
Así, Pesadilla sería un corcel negro maléfico que habitan en planos inferiores, de ojos y ollares rojos. Sus crines son de fuego, al igual que sus cascos.
Además de atormentarnos en sueños, Pesadilla sirve de cabalgadura para otros seres malignos, a los que sirve con inteligencia y sin mediar órdenes. No obstante a su inteligencia y su naturaleza demoniaca, pueden ser doblegados mediante la magia, pero es mejor darse prisa al utilizarlos, pues los conjuros que se lanzan sobre ellos desaparecen a los tres días de formulados.
Como demonios que son, las pesadillas no respiran ni comen. Cuando atacan a los humanos, no solo se valen de su gran fuerza, sus cascos de fuego y de su aliento venenoso. Pueden leer los terrores más profundos de su enemigo y transformarse en ellos para destrozar la moral. Además de ser montados, las pesadillas actúan como mensajeros de sus señores.
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El caballo como elemento aterrador
No es de extrañar que el caballo se incluya entre nuestros terrores nocturnos, en especial en siglos pasados. Desde su domesticación alrededor del 3600 a.C en la zona de Kazajistán, el caballo ha sido empleado en la guerra: los que lo han experimentado refieren que no hay nada tan aterrador que ver una de esas enormes bestias cargando contra ti, mientras la tierra tiembla y la muerte se acerca.
También cada uno de los jinetes del apocalipsis monta un poderoso caballo de distinto color: rojo para la guerra, negro para la hambruna y la pobreza, amarillo para la enfermedad y blanco para la muerte. En cuanto a Pesadilla, el caballo maléfico del inframundo, una buena representación serían las monturas de los Nazgûls del Señor de los Anillos.
Como curiosidad, os dejamos con su representación en el conocido juego de cartas Magic: