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Desde tiempos inmemoriales, la posible existencia de seres de gran tamaño y ferocidad ha estado presente en nuestras vidas. Poseedores de una fuerza sin igual y con forma humanoide, llamados gigantes, y casi siempre asociados con las calamidades o lo sagrado: si es grande, debe ser poderoso y estamos desvalidos ante ellos.
Cómo se llegaron a conformar estas criaturas en el credo de la incipiente humanidad es algo que no sabremos nunca. Tal vez fue producto de la necesidad de encontrarle explicación a cosas que no podían comprender, pero lo cierto es que los gigantes han perdurado y hecho su aparición en cada una de las culturas humanas.
La mitología recoge muchísimas historias de estos seres. Entre las muchas características que comúnmente se citaban siempre se subrayaba la violencia por la que siempre estaban poseídos, así como su brutal fuerza y su corta inteligencia, como es el caso del cíclope Polifemo en el poema homérico de la Odisea. También se hace referencia, en más de una ocasión, de que era usual que los gigantes aplastaran y se comieran a personas normales. Generalmente eran hijos desahuciados de deidades, lo cual explica su estupidez natural como seres degradados… en parte, quizás, porque los humanos afectados de gigantismo tienden a tener otros problemas cognitivos asociados.
En cambio, otras historias nos relatan cosas muy diferentes. Por ejemplo Oscar Wilde nos muestra una visión muy diferente: en sus relatos estos seres de gran tamaño eran amables e inteligentes.
El origen de los gigantes
No cabe duda de que el origen del mito sobre los gigantes proviene de las primeras civilizaciones en la historia del hombre. El deseo de enfatizar la personalidad o la importancia de alguien tal vez fue el motivo del surgimiento de estas criaturas, dándoles mayor estatura para darle mayor relevancia.
Algunos argumentos que se esgrimían para justificar la existencia de estos enormes humanoides.
Por ejemplo: que debieron ser ellos y no personas normales los que construyeron los grandes muros y las gigantescas estatuas antiguas. Las construcciones con proporciones fuera de lo normal también sirvieron de complemento para justificar y casi asegurar la existencia de los gigantes: entre sus más acérrimos defensores encontramos a Saxo Grammaticus. Este personaje de la historia antigua era quien con más fervor esgrimía esta defensa sobrehumana, y los muy escasos avances científicos convirtieron a estas míticas criaturas en los responsables directos de tales demostraciones constructivas.
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También existieron otros motivos que hicieron creer a los integrantes de estas primeras sociedades sobre la existencia de los gigantes. Algunos de estos motivos fueron las historias y anécdotas que contaban aquellos que navegaban o venían por tierra desde lugares lejanos y el hallazgo de varios cráneos de mamut.
Estas enormes estructuras óseas, unidos al desconocimiento de su proceder, fomentaron la creencia de la existencia de seres enormes de un solo ojo, los conocidos cíclopes: la referencia a que tenían un solo ojo era por la enorme abertura existente en el lugar donde debería haber estado la trompa. Al no existir conocimiento ni poder realizar comparaciones, es que surge este mito.
Características de los gigantes
La principal característica que ha llegado a nuestros días a través de la mitología era la de su enorme tamaño. Algunos escritos de aquellos tiempos llegados a nuestros días, describían a estos seres como poseedores de la forma de un humano normal pero con varias veces más tamaño, incluso en algunos pasajes se llegan a comparar con altas montañas.
Otro rasgo de importancia era su carácter hermitaño. Esta se hacía más notable al ser, como se describe, seres solitarios los cuales ubicaban su morada en cuevas bien alejadas de todo y de todos. Por lo general, la irrupción de un gigante en pueblos o ciudades, venía aparejada con una gran tragedia porque no existía medio alguno que pudiese frenar a una de estas criaturas y mucho menos destruirla.
Súmese a esto que al ser de una talla tan colosal la fuerza era directamente proporcional a su tamaño. Según las historias no existían peñasco, árbol u objeto que le estorbase que no fueran capaces de cargar, arrojarlos lejos o al menos moverlos para apartarlo de su camino.
Además si poseían gran estatura así de igual era su apetito. Cuentan las leyendas que eran capaces de comerse un rebaño entero de ovejas, varios bueyes o tomarse muchos barriles de vino o agua. También se dice que era común que al llegar a los poblados, además de aterrorizar, aplastaran a sus habitantes y los devoraran.
El Etting de dos cabezas
Pero no solo cíclopes o gigantes humanoides son descritos por las leyendas. El origen de la palabra etting proviene de la palabra inglesa eoten, que significa gigante. Este ser de descomunal tamaño es descrito por la mitología como un gigante de dos cabezas, extremadamente malvado y con un acentuado mal olor.
Para los menos avezados al mundo mitológico podemos compararlo, para poder tener una mejor idea de su apariencia con un ogro, criatura esta que está más representada en la literatura y en el cine. Al igual que estos, los etting poseían grandes colmillos y piel gruesa de color grisáceo. Esta cierta similitud es la que le permitía al etting, solitario por naturaleza, interactuar con los también míticos ogros y orcos.
La característica principal que distingue a estos gigantes de otros es la existencia de dos cabezas, echo este del que toma parte de su nombre. Esta dualidad le permite al etting tener un mayor campo visual, y lo convierte en una criatura muy difícil de sorprender al permitirle estar siempre alerta y expectante de lo que ocurre a su alrededor.
Otro rasgo es que cada cabeza de este gigante dirige una parte del cuerpo. Así, la cabeza de la derecha dirige el brazo y la pierna derecha, y lo mismo con la cabeza de la izquierda que dirige el brazo y la pierna izquierda. Esto, más que una ventaja, se podría considerar una desventaja: si las cabezas no se ponían de acuerdo, no dominaban correctamente la coordinación de los movimientos. Por ello los ettings se consideraban criaturas torpes.
Pero al poseer libertad de movimiento e independencia de manejo, este gigante de dos cabezas se vuelve un luchador muy difícil de vencer. Su arma preferida es el garrote: con este puede causar un daño irreversible en su oponente. Además de tener gran fuerza, posee gran habilidad ya que puede portar dos armas de este tipo y moverlas independientemente al estar cada brazo guiado por una de las cabezas. Por lo general viven en las cuevas de las montañas, de manera solitaria y sin entablar contacto con otras criaturas.
El Etting de dos cabezas
La historia sobre Gilgamesh es la primera de la que se tiene constancia que haga referencia a los gigantes. Este mito de la civilización sumeria hace referencia a esta criatura de forma positiva, destacando su tamaño el cual sirvió para realzar su estatus como rey y héroe de gran valor.
En la mitología griega
Otra referencia histórica aparece en ideario griego. Los Hiperbóreos eran criaturas gigantescas que vivían pasando los lejanos vientos del norte. También en la mitología de esta civilización encontramos a Prometeo, gigante este que fue quien le proporcionó el fuego a los hombres. Y por último es esta misma etapa no podemos dejar de mencionar a los titanes, vencidos por Zeus.
En el norte de europa
En las culturas del norte de Europa también existe evidencia de la creencia en estos seres. En la mitología germánica, los gigantes eran quienes se enfrentaban a los dioses. El más claro ejemplo de esto es cuando los gigantes de hielo asaltan Asgard, la ciudad de los dioses comandados por Odín y la destruyen en la épica batalla de Ragnarok, provocando el fin del mundo.
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Goliat, del antiguo testamento
Otros ejemplos de la aparición de los gigantes en la mitología antigua es la referencia que se hace de estos en la biblia hebrea. Estos eran llamados Nephilim. En el libro Génesis se puede leer que hubo gigantes en aquellos días morando en la tierra, Génesis 6:4. El empleo de la palabra gigante en este versículo no es más que la traducción de la palabra Nephilim.
Otro famoso gigante fue Goliat. Según el Antiguo Testamento, Goliat era el último de los descendientes directos producto de la unión de los hijos de dios y de las hijas de los hombres. En esta historia se cuenta que fue David, un pastor, quien con su honda derrotó a este gigante, dando con este hecho la libertad del pueblo judío. Esta historia también es tomada como un ejemplo de que alguien en aparente desventaja puede derrotar a un enemigo muy superior.
En la mitología vasca
Por último, tenemos también ejemplos de la existencia de los gigantes en la mitología vasca. En esta encontramos dos tipos de gigantes, los Jentilak que según la historia fueron quienes construyeron los dólmenes. Los otros gigantes a los que hacen referencia los mitos de esta parte de Europa son los menhires.
Luego de la evangelización y posterior cristianización de los vascos, la creencia y las historias de los gigantes quedaron al olvido, solo quedando como referencia un carbonero Olentzero. Actualmente, la fusionarse con la fe cristiana, este personaje es quien se encarga de repartir los regalos en las navidades.